CRÓNICA
En memoria del ausente, su alumno Héctor Manrique recordó las enseñanzas del maestro que formó a varias generaciones de artistas y predicó con el ejemplo de su trabajo. Enseñó un profundo respeto por el teatro y a amar siempre a Venezuela
Aocho años de su inesperado mutis existencial, un alumno dilecto, el actor y director Héctor Manrique, ha confesado que la calidad, la creatividad y la belleza del producto, además del perenne compromiso con Venezuela, eran los elementos de la peculiar fórmula teórico-práctica que aplicaba José Ignacio Cabrujas en cada uno de los proyectos o empresas culturales en que “el maestro se comprometía; eso no lo podemos olvidar todos los que lo conocimos y aprendimos de él su pasión por el trabajo. Aplicar todo eso que nos enseñó, es nuestro reto. En ocasiones lo logramos, pero también fracasamos. Nuestro horizonte es mantener viva su memoria con los mejores trabajos artísticos que logremos llevar o difundir entre nuestros conciudadanos”.
Dramaturgo único Que ahora, cuando lentamente el siglo XXI avanza, algunos teatreros, intelectuales y periodistas se asombren porque actores y actrices combinen sus complejas labores en la televisión con sus exigentes roles en el teatro, no es nada nuevo. Cabrujas, que sí vislumbró el desarrollo de los medios audiovisuales y de las artes escénicas criollas, siempre lo predicó y se lo decía a sus alumnos: “Hay que trabajar siempre bien, en uno y otro escenario, más nada”.
Y lo decía porque en Europa y en Estados Unidos, los actores, especialmente los buenos, trabajan en todas las manifestaciones de las artes escénicas: teatro, cine y televisión, porque para eso estudiaron y porque ellos, esos histriones, saben muy bien, que son ellos, los artistas, quienes imponen modas, enseñan conductas y que incluso pueden hundir vidas o catapultarlas por lo que digan o hagan sus personajes.
Eso hizo Cabrujas con su teatro, como se aprecia en “El día que me quieras”, “Acto cultural” y “Profundo”, para citar su trilogía más importante.
Igual ocurrió con la televisión, ese importante factor “culturizador”, un medio que intentó adecentar con Román Chalbaud y Salvador Garmendia, entre otros. Que después hayan abandonado sus inteligentes proyectos, es un delicado problema que todavía anida en la conciencia de los “dueños” o “accionistas” de la TV, mas no de sus artistas.
Isaac Chocrón advierte que Cabrujas era el talento más versátil de todo el teatro venezolano actual. “Dramaturgo, director, actor, sobresaliendo en cada una de estas especialidades hasta el punto en que resulta controversial jerarquizárselas.
Brilló en todas porque al igual que los grandes teatreros de la historia, encauzó su descomunal talento, su curiosidad intelectual y su entusiasmo para trabajar, en la dirección que se proponga. Al son que le tocaron, bailó, pero bailó también al son que él quería tocar”.
Cabrujas también hace falta por sus crónicas sabatinas, que se convirtieron en la guía del pensamiento crítico-político de sus compatriotas.
Telenovela cultural Cabrujas es considerado como el artífice del nuevo formato de la telenovela en Latinoamérica, donde la realidad cotidiana queda expuesta en primer plano, con cierta dosis de ironía, emociones fuertes, lenguaje coloquial, humor regional y mucha inteligencia.
Después de su deceso, lo que se hace en las televisoras venezolanas es un remedo tímido a sus prédicas. Guionistas o libretistas están maniatados por el gusto o disgusto de los “publicistas” o los “delegados de los amos de las estaciones televisoras”, como nos los dijo un veterano periodista de espectáculos. •
“La calidad, la creatividad y la belleza del producto, además del perenne compromiso con Venezuela, eran los elementos de la peculiar fórmula teórico-práctica que aplicaba José Ignacio Cabrujas”
LEGADO Presente y pasado
José Ignacio Cabrujas (falleció en Porlamar el 21 de octubre de 1995, a los 58 años, tres meses y 14 días) dejó una valiosa herencia intelectual, condensada, fundamentalmente, en 14 piezas teatrales, estrenadas entre 1959 y 1995, con las cuales exploró las intimidades de los hombres y las mujeres de Venezuela, subrayando sus soledades y además una obstinada y perversa incomunicación general. Cabrujas siempre desechó hacer un teatro popular, a pesar de utilizar y enriquecer estructuras y convenciones tradicionales como el sainete criollo.
Optó por distanciarse de convulsas y complejas situaciones y recurrió a las anécdotas del pasado para explicar el presente. Para la televisión, su otra gran pasión, dejó los libretos de “La señora de Cárdenas”, “La dueña”,” El paseo de la gracia de Dios”,” La dama de rosa” y” Señora”, entre otros. Con los guiones de “Profundo” y “Amaneció de golpe” marcó su huella creadora en el trémulo cine venezolano.
