El cuento de la Cenicienta que se repite incansablemente, una y otra vez en la televisión, a pesar de que muchos piensan que es falsa, acaba de hacerse realidad en España: una plebeya, periodista para más señas, será princesa en pocos meses y reina en un futuro quizá no muy lejano.
Esa historia es la misma que la inmensa mayoría de los escritores de teleseries usan hasta el cansancio, y por cierto ni las televidentes ni los televidentes se cansan de ver tantas veces con diferentes títulos.
Aquí no vamos a defender a la telenovela como producto de una industria que cada vez produce más millones de dólares, pero sí vamos a sentar ciertas bases, que algunos se empeñan en negar. Las historias de telenovela ocurren. Es verdad que pueden ser con mayor o menor veracidad, pero por lo general son sacadas de la vida misma... aunque con errores y exageraciones.
La diferencia entre un buen libretista y otro mediocre está sencillamente en saber llevar su cuento con la mayor realidad posible. Su cuento debe ser, en primer lugar, creíble, y esto implica no sólo el libro, la forma de decir las cosas, los diálogos, sino la producción o realización, la dirección y las actuaciones.
Pero también debe tener imaginación, creatividad, cosas asombrosas, sorpresivas, y desenlaces no tan previsibles. Cuando realidad y fantasía se combinan con elegancia e inteligencia, el mandado está hecho.
En las novelas muy malas, como De oro puro, Mambo y canela, o Las González, y que nos perdonen sus autores porque ellos mismos hicieron otras cosas muy buenas, las fallas fueron confundir la realidad de la vida, el enfoque, la visión, etc, y por eso la gente “no las compró”.
Se dejaron llevar por una imaginería que no era verdad, y el costo fue muy caro.
La telenovela, eso sí, es una fábrica de sueños, que debe envolver a todos los televidentes.
El público, no lo nieguen, quiere ver siempre a la muchacha pobre unirse al rico, cosa que puede ser al revés (pobre él y adinerada ella). Pero en resumidas cuentas es la Cenicienta, y es lo que está pasando en las novelas venezolanas de las nueve de la noche: La invasora y Cosita rica. No importa que los caminos de las tramas pasen por el nudo de los hijos no reconocidos: Mariana es pobre y se acaba de casar con un niño rico, y Paula C es de barrio, pero tiene a sus pies a dos herederos, que para mejor drama son hermanos. Se casará primero con uno y luego con el otro.
Los galanes de ambos canales son los “príncipes de Asturias” creados por Iris Dubs y Leonardo Padrón, mientras Mariana y Paula son las ex reporteras Letizia Ortiz.
La esperanza de “salir de abajo” por amor es hermosa siempre. Esa ilusión la tienen básicamente todas las muchachas, aunque sea inalcanzable para la totalidad de ellas; pero no se preocupen, más de una Letizia puede contar su propia historia de la Cenicienta en este y en todos los continentes. Por eso no hay barreras idiomáticas ni fronteras culturales para los culebrones latinoamericanos, que se venden ya en ciento cincuenta países, incluyendo algunos de África y Asia. Ese no es un triunfo de la globalización, sino de los sentimientos, que con ligeras variantes son idénticos en todos lados. Las historias de factura criolla se están colocando cada vez más en China, donde los triángulos amorosos con final feliz, entre seres de raza blanca, parecen ser muy exóticos.
Atribuyen al fallecido magnate mexicano Emilio Azcárraga la frase de que “en todo el mundo la mujer quiere seguir llorando y el hombre quiere seguir sintiéndose muy macho”, para recomendar que nadie cambiase la fórmula de las telenovelas.
Sin embargo, brasileros y colombianos han tratado de introducir el humor y las tradiciones localistas, con algunos buenos resultados, pero básicamente la regla de tres que gusta mundialmente es la de México y Venezuela. “El público de telenovelas es muy conservador y siempre le gusta que le cuenten la misma historia, por eso las mexicanas son tan populares”, refiere el autor bogotano Fernando Gaitán.
Entonces no es de extrañar que Kassandra, Los ricos también lloran, Cristal, La dama de rosa, Betty la fea, La esclava Isaura y Simplemente María sean las telenovelas más vendidas en la historia. •